Pero en algunos casos no basta con una dieta variada que proporcione glucosa, y buenas cantidades de vitaminas y minerales, a veces es necesario que le proporcionemos a nuestro cerebro un cuidado especial.
Lecitina de soja
Sin duda, uno de los suplementos dietéticos más conocido es la lecitina. Se trata un componente de alimentos como coliflor, soja o yema de huevo, y una fuente natural de colina, inositol, ácidos grasos esenciales y fósforo. La lecitina resulta interesante especialmente por su contenid
o en colina. Esta sustancia es necesaria para la formación de la ‘acetilcolina’, neurotransmisor que juega un papel muy importante en el funcionamiento del cerebro y la memoria.
Complejo vitamínico B
Para su desarrollo, el sistema nervioso también necesita vitaminas del grupo B. Su deficiencia está relacionada con una disminución en la capacidad de razonamiento, concentración, memoria y agilidad mental.
Puedes encontrarla en la leche y yogur desnatados, germen de trigo, cereales integrales y levadura de cerveza, así como en hortalizas de hoja verde. Pero para asegurarte que estás proporcionando a tu organismo las cantidades de vitamina B que éste necesita, te aconsejamos que recurras a algún complejo vitamínico de adquisición en herbolarios o farmacias.
Polen de abeja
Al igual que la miel, el polen recogido por las abejas cuando recolectan el néctar de las flores, es utilizado como alimento por tratarse de una sustancia rica en proteínas, carbohidratos, vitaminas y minerales.
En medicina natural se emplea para luchar contra la pérdida de memoria relacionada con la edad y otros efectos del envejecimiento, así como infecciones, desórdenes endocrinos, colitis y alergias respiratorias, aunque hay que tener en cuenta que en personas especialmente sensibles pueden provocar reacciones alérgicas severas.
Fosfatidilserina
Por último, no queremos olvidarnos de la fosfatidilserina, miembro de una clase de compuestos químicos conocidos como ‘fosfolípidos’ y elemento esencial de todas nuestras células, ya que forma parte de sus membranas.
Existen evidencias que sugieren que la fosfatidilserina puede ayudar a contrarrestar la declinación de las funciones mentales y la depresión en los ancianos, y se utiliza extensamente para este propósito en Italia, Escandinavia y otras partes de Europa. Además también ayuda a mejorar la memoria y aumenta la capacidad de concentración en personas de todas las edades.