El diente de león se utiliza ampliamente en fitoterapia, para el tratamiento de gran variedad de problemas hepáticos y de la vesícula biliar, su increíble acción depurativa lo hace ideal en caso de retención de líquidos y enfermedades de la piel.
Sus hojas contienen buenos niveles de vitaminas B,C y D, así como carotenoides y sales minerales. Con ella se pueden preparar deliciosas ensaladas.
Un poco de historia…
El diente de león es una planta con una larga historia de uso no sólo como medicina, sino también como alimento, sus hojas constituyen un nutritivo y sabroso ingrediente de las ensaladas, mientras que sus raíces se utilizan con mucha frecuencia como un sustituto del café.
El nombre botánico con el que se conoce a esta planta es ‘Taraxacum’ que procede de dos términos griegos, ‘taraxos’ (desorden) y ‘akos’ (remedio). En la medicina tradicional de muchos países, el diente de león se considera un excelente tónico hepático que beneficia las funciones del hígado y de la vesícula biliar; tiene una marcada actividad diurética que hace que se le conozca como depurador de la sangre y por ello se emplee para mejorar diferentes afecciones cutáneas.
Uno de los usos populares más extendidos del diente de león, consiste en emplear el jugo blanquecino que exuda el tallo cuando se aplasta, sobre las verrugas para hacerlas desaparecer.
Para los jardineros, el diente de león es una ‘mala hierba’ que arruina el césped, lo que indica que desconocen sus virtudes medicinales. Si tenemos a nuestro alcance, ejemplares de diente de león (y estamos seguros de que no han sido tratados químicamente), no perdamos la oportunidad de cuidar nuestro organismo con ella.